Este apartamento en el centro de Madrid fue diseñado para un joven ejecutivo de una empresa de comunicaciones. El proyecto se inspira en el High Tech de los años 70: masas de colores grises y negras que se mezclan con mobiliario en acero inoxidable, metacrilato y vidrios ahumados para crear una atmósfera concisa, tecnológica y de líneas limpias.
Dos grandes ventanales a los lados de la chimenea enmarcan las bellas vistas del espacio abuhardillado hacia la iglesia de San Isidro en el castizo barrio de La Latina.
El mobiliario combina piezas clásicas del diseño del siglo XX como la mesa auxiliar Laccio (1925), la butaca Wassily (1926) y la silla B34 (1930) de Marcel Breuer con fotografías eróticas en blanco y negro de Robert Mapplethorpe.
Los colores cálidos del textil de la cama y el naranja de la lámpara Nesso de Giancarlo Mattioli para Artemide (1967) aportan la calidez necesaria que suaviza la frialdad del acero y del cuero negro.